martes, 14 de abril de 2009

EL LUNES EN PUNTO


Sin planificarlo, volví a verte el lunes en punto.
Capté la fuerza de tu energía vital sin desglosarla. No oculté mi huérfana necesidad de tu imparcial y entusiasta mirada.

Mantuve mis principios hasta el final –pensad a quién pesó- y escancié confidencias oxidadas –pasó lo que pensáis-.
¡Cómo duele la limitación!
¡Qué pronto deserté de la propuesta salvaguardada!
Quiero tu compañía pero amo más tu libertad que la mía. Acepto que tu felicidad no necesita la rúbrica de mi autoría.
Pese a quien pese, terca y airada adelgazo otoños y añoranzas. Pase lo que pase, la exposición de alianzas se aplaza.
Los arcanos me indican un camino arduo. Ver y callar es lo adecuado si eres aprendiz en el arte de la escucha.
El símbolo del infinito –un ocho recostado- corona la fortaleza del equilibrio de las personas justas que no se amilanan ante los obstáculos ni sentencian finales rotundos.
Otorgan oportunidad a la Esperanza. Consignan envites ineludibles.
¡Cómo amo tu estrella...!¡Cuánto tiento aprendí de tu mano!
La cita teresiana de aquel día preside las tormentas de mi insomnes reproches:
“Nada te turbe,
nada te espante...”
Un cobijo no es un hogar. Una provisión siempre es provisional. Mi deber no me cuesta trabajo.
Me mantengo fiel a tu latido, ése que velé unos años. Y algún que otro abrazo consentido, enhebró con Hilos de Plata las desprendidas ilusiones y la descosida confianza.
La realidad factura sus ansias. El hambre desampara mi paz. Su masa desamora mi pan. El instinto se impone, nos atropella sin contemplaciones cuando no somos conscientes del peligro que su poder representa.
Dividir no es vencer, es separar. Sumar es mejor y más difícil que restar. Despedirme, abandonar fue un displacer. Tu ausencia es una inconmensurable diuturnidad. Siempre respeté tu espacio y tu tiempo. Aunque aliada, tenías otros planes y tu felicidad es sagrada.

El lunes en punto al verte olvidé mi dolor sin ninguna contemplación.