jueves, 8 de septiembre de 2011

AQUEL 11 DE SEPTIEMBRE


El oro negro ha teñido
demasiado tiempo
de rojo la Historia
y su derivada barbarie.
Qué diferente sería todo
si despertáramos
del empecinado y bruno sueño
y, verbigracia,
implementáramos
el cultivo de energía solar
sobre la desierta piel de Gaia
y una Real Democracia
con representantes sabios y justos
sembrando soluciones y armonía
en la geografía
donde no las haya.

Aliados y contrarios
acumulan ingentes
injusticias que paliar.
La fractura entre civilizaciones
es titánica.
La factura entre culturas
no se abona y, en demasía, carga.
Bajo la gran alfombra islámica,
los polvos que, al barrer,
Occidente cree esconder,
revierten en lodos que esculpen
manos osa-desmanes-bien-ladeadas
a millonarias catástrofes,
generando un inmenso, ficticio
e infeliz ánade árabe
dispuesto a estrellarse
cual Ave Fénix homicida
e impenitente.
Abominable…
Pero la Historia
no marcó en el 2001
porque sí, como reseñable,
ese once de Septiembre.
Tenía que llegar.
Se veía venir.
La sinrazón humana,
la opresión bien comprimida,
tolerada y argumentada,
acaban por explosionar
y en un momento son insostenibles
cualquier par de edificios
ideados para simbolizar
lo que a tantas y a tantos,
la mayoría, falta.
En nombre de una Democracia
-ya impresentable-
unos dinero amasan
con el PAN que cuecen
y con el hambre que otros pasan.
El Poder, el agua requisa
y para sí embalsa
y con la sed de muchos comercian,
dejando sin nombre
a los regadíos
que les alimentan

y por los que esa agua ya no pasa.
Y algunos, con cualquier excusa,
enaltecen la demagogia,
y a la globalidad
la inaplazable deuda
de la voluntad partida
imponen.
En nombre de la igualdad
se encumbran en peldaños
y, beligerando, la arman.

¡Cuánta persona burkalizada!
¡Cuánta paz se cobran!
¡Cuánta vida incautan!
¡Cuánto dolor ingresan!

¡¡¡Cuánto amor sería necesario
para disculpar tanta idiocia,
para neutralizar tanto odio
y cicatrizar los recelos del todo!!!

5 comentarios:

Jordi Siracusa dijo...

Precioso en lo poético, real en su contenido. Pero me temo que todavía no es el tiempo de los representantes sabios y justos. La sinrazón humana preside la vida.
Y no obstante, tenemos que seguir intentándolo. Sigue así Celia.

Celia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Celia dijo...

Buen día, Jordi:

Estimo mucho tu comentario...

Si puede pensarse, puede hacerse...
Si alguien fue capaz de estrellar un avión o varios en sendos edificios, puede que l@s sabi@s y l@s just@s puedan empezar a poner orden, razón y corazón en el Mundo...
Ojalá que así sea... y que lo veamos...
Un abrazo virtual,
Celia

A. Elisa Lattke Valencia dijo...

Podemos decir verdades como puños tal como nos las dicta el alma y sale de esos adentros donde habita una razón clara sobre lo que en la actualidad pasa, pero es que si nos remontamos al ayer vemos que siempre ha sido así para que unos pocos consigan saber de esos muchos que sirven a la verdad. Me haces recordar un pequeño libro estaba en la pequeña biblioteca de mi hogar, "Las Ruinas de Palmira" de un militar frances, creo recordar; me lo dieron a leer a mis catorce años preocupada por lo que pasaba en el mundo a mi pregunta de por qué no se entendía la gente y el por qué de las guerras y para qué... Así que supe que cualquier política o doctrina que e busque para llevar un ideal a cabo tiende al fracaso mientras no haya mayoría a favor de una completa estabilidad y una gestión honrada de lo que los pueblos pagan porque se les gobierne bien. El resto arrasa como horda toda civilización y va dejando sólo ruinas y malos recuerdos. Creo que no aprendemos de la historia porque queremos sólo sentirnos libres de evitar el sufrimiento propio o colectivo.

Un abrazo Celia.

Celia dijo...

Siempre tan cabal y certera en tus comentarios, Australia. Muchas gracias por asomarte por aquí.